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Pintura de los Ortiz de "Saint-Dizier"

Luis ORTIZ MARTINEZ (La Sota,1889 - Saint Dizier, 1948) y sus hijos:

 

La extraordinaria historia de unos pasiegos naturales de La Sota un  barrio de San Pedro del Romeral.

Quién hubiera pensado que Luis Ortiz cuando cruzó los Pirineos con apenas dieciseis años en 1905 se volvería famoso por haber hecho realidad el sueño de millones de estos nuevos emigrantes españoles de principio de siglo que buscaban « fortuna » por otros mundos. Los tiempos eran difíciles para todos estos pasiegos que vivían en un entorno duro y a veces hostil, con un clima rudo trabajando de sol a sol mudando de casa con el ganado para darle los mejores pastos en lo alto de las montañas. Esta sociedad  minifundista  no podia sustentar a los suyos, la división de los bienes se hacía imposible entre los herederos de aquellas familias numerosas del siglo XX.

Luis Ortiz nació en 1889  en La Sota, hijo de José Ortiz Martínez y María Martínez , tenía dos hermanos – Joaquin que se marchó a Valladolid para montar una pequeña vaquería, Ramón que también se fue para Francia por aquellos años instalándose con su mujer Ramona (también de La Sota) en Normandía y  Cristino que se murió con 26 años y dos hermanas – Fermina y Catalina. que se quedaron en el pueblo con sus padres.

Los cinco hermanos Ortiz en 1922-23. Juan, Luis, José, Andrés y Vidal

Luis Ortiz con su mujer Mercedes Martínez y su primer hijo, Luis Ortiz  (1913)

Luis y Mercedes con  cinco hijos emprendedores, trabajadores y con la idea de lo que podía ser el futuro en esta actividad comercial, a la que habían dedicado todos sus esfuerzos e incluso su juventud, prosperaron hasta ser conocidos en toda la región. Después de tantos sacrificios vino el tiempo de la cosecha con el fin de la segunda guerra mundial ; los Ortiz no daban abasto para fabricar todos los encargos americanos de helado para sus soldados ; el pequeño artesano heladero cambió su estructura comercial para convertirse en pequeña empresa local y luego provincial, empleando a gente de la región en su pequeña fábrica. El hijo mayor Luis fue quien dio el impulso determinante, por su visión a largo plazo del futuro que tendría el consumo del helado en nuestra sociedad de finales de siglo.

Mercedes Martínez con sus cinco hijos, Luis, Vidal, José, Andrés y Juan (1928, Saint Dizier)

Luis empezó trabajando como barquillero en el sur de Francia y en la Costa Azul, a veces para patrones españoles y otras por su cuenta y, después de mucho andar por tierras « extrañas », se dirigió hacia el centro del país, luego  a París y al este de Francia, donde por fin se instaló con su mujer - Mercedes Martínez de la Maza, natural de Candolías en La Vega de Pas, con quien se había casado en 1911 – en Nancy primero y luego definitivamente en Saint-Dizier. Tuvieron ocho hijos pero sólo vivieron cinco : Luis (1913-1984), Juan (1914-1992), Vidal (1918-2005), Andrés (1920-1988) y José (1922-2009).

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Luis Ortiz (padre) escribiendo una postal a su madre y hermanas en 1936 después que estalló la Guerra Civil en España.

Vidal ORTIZ vendendio helados (1932)

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Después de un viaje a EE.UU. con su hermano Vidal en el año 1950 (dos años después de la muerte de su padre), decidió con sus hermanos comprar una máquina robot danesa dotada de una capacidad de producción horaria de 4000 bombones helados. Compraron una fábrica desafectada de cerveza que transformaron luego en una fábrica de las más modernas de Francia. La labor cotidiana desempeñada por los pequeños pasiegos se agigantó con la compra de una marca de helados (Délico) a una multinacional (Unilever) que había fracasado en el mercado francés.

 

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Juan Ortiz, vendiendo helados a la salida de una comunión en Chamoulley en 1932.

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José, su madre Mercedes y sus hermanos Andrés (con la boina) y Vidal en Saint Dizier. 1938

Los cinco hermanos (José, Luis, Andrés, Juan y Vidal) en 1959

La fábrica de Helados de los Ortiz-Miko en Saint Dizier en los años 80

De pronto MIKO (marca registrada en 1951) se convirtió en el líder industrial del helado, ampliando su actividad con adquisiciones de pequeñas y medianas empresas relacionadas por un vínculo común « la cadena del frío » - carnes, pescados, legumbres, fruta, pastelería, platos preparados etc…). La muerte de Luis en 1984 afectó a todos aquellos que habían colaborado para que prosperase la empresa MIKO. Los colaboradores, empleados y clientes (muchos de ellos españoles familiares, pero en todo caso amigos verdaderos) llegaron a identificarse con la marca que habían logrado colocar en lo más alto del  escalafón industrial de esta segunda mitad de siglo. Algunas fotos, pocas desgraciadamente, como instantes de vida cuajados en el espejo roto  del tiempo, resucitan estas miradas que muchos recuerdan y donde se evidencia obviamente la nobleza de sentimientos de aquellos hombres fieles a una tierra y a sus raíces.